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Para el Padre de la Cristiandad
Oh Vos, oh María, Virgen Inmaculada, Madre y Soberana de la Iglesia, conceded al venerable Pontífice que la gobierna en estos tiempos difíciles, los más preciados favores y, como recompensa a su ardiente celo por difundir Vuestro culto y multiplicar los tributos que Os ofrecen en todo el mundo, obtened de Vuestro divino Hijo la gracia más anhelada de su corazón: la santificación de las almas fieles y el regreso de las ovejas perdidas. Amén.