Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Domingo después de la fiesta del Padre Eterno – El Santo Nombre de Jesús

En el nombre de Jesús, san Pedro cura a un lisiado.
Oh Jesús ¡qué admirable es Tu Nombre en toda la tierra!

Oh Jesús ¡qué admirable es Tu Nombre en toda la tierra!

Introito

En el Nombre de Jesús debe doblarse toda rodilla, en los cielos, en la tierra y en los infiernos: y toda lengua debe confesar que Jesucristo, el Señor, está en la gloria de Dios Padre. Salmo: Señor, Señor nuestro: ¡qué admirable es Tu Nombre en toda la tierra! Gloria al Padre.

Oración

Oh Dios, que constituiste a Tu Unigénito, Salvador del género humano, y ordenaste que Se llamara Jesús: concédenos, propicio, la gracia de gozar en el cielo de la presencia de Aquel, cuyo santo Nombre veneramos en la tierra. Por el mismo Señor Jesucristo.

Epístola

Lección de los Actos de los Apóstoles. (IV, 8-12.)

En aquellos días, Pedro lleno del Espíritu Santo, dijo: Príncipes del pueblo y ancianos, oíd: Ya que en este día se nos pide razón del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera ha sido curado éste, sea notorio a todos vosotros y a todo el pueblo de Israel, que este hombre está en vuestra presencia sano en el Nombre de Jesucristo Nazareno, a quien vosotros crucificásteis y Dios resucitó de entre los muertos. Esta es la piedra que vosotros desechasteis al edificar, la cual se ha convertido en piedra angular; y no hay salud en ningún otro. Ni se ha dado a los hombres otro Nombre debajo del cielo, por el cual podamos salvarnos.

Reflexión sobre la Epístola

Ya lo sabemos ¡oh Jesús! ningún otro nombre sino el Tuyo podía salvarnos, pues ese Nombre significa Salvador. Bendito seas, pues Te dignaste aceptarlo: ¡bendito seas por habernos salvado! Eres del cielo y tomas un nombre de la tierra, un nombre que todos los labios mortales pueden pronunciar: unes, pues, para siempre la naturaleza divina con la humana. ¡Oh! haznos dignos de tan sublime alianza y no consientas que jamás la rompamos.

La Santa Iglesia celebra a continuación con sus cantos, las glorias de este divino Nombre a quien bendicen todas las naciones, porque es el Nombre del Redentor del mundo.

Gradual

Sálvanos, Señor, Dios nuestro, y júntanos de entre las naciones: para que confesemos Tu santo Nombre, y nos gloriemos en Tus alabanzas. – Y Tú, Señor, eres nuestro Padre y nuestro Redentor: Tu Nombre exista desde siempre. Aleluya, aleluya. – Las alabanzas del Señor cantará mi boca; y bendiga toda carne sSu santo Nombre. Aleluya.

Evangelio

Continuación del santo Evangelio según San Lucas. (II, 21)

En aquel tiempo, pasados los ocho días para circuncidar al Niño, llamaron Su Nombre Jesús, el cual le fué puesto por el Angel antes de que fuese concebido en el vientre.

Reflexión sobre el Evangelio

¡Oh Jesús! recibiste el Nombre al derramar en la Circuncisión Tu primera sangre; así tenía que ser, ya que ese nombre quiere decir Salvador; y nosotros no podemos salvarnos tampoco si no es por medio de Tu sangre. Algún día, esa feliz alianza que has venido a contraer con nosotros, Te ha de costar la vida; el anillo nupcial que colocarás en nuestro dedo, estará templado en Tu sangre, y nuestra vida inmortal será el precio de Tu cruel muerte. Todas estas cosas nos las dice ya Tu sagrado Nombre ¡oh Jesús, oh Salvador! Tú eres la Viña que nos invita a libar de su vino generoso; mas, todavía el celeste racimo ha de ser duramente pisado en el lagar de la justicia del Padre de los cielos, de manera que sólo después de haber sido violentamente arrancado de la cepa y desmenuzado, podremos nosotros embriagarnos con su divino jugo. Recuérdenos siempre este misterio, Tu divino Nombre, oh Emmanuel, y guárdenos del pecado su memoria, conservándonos siempre fieles a Ti.

Ofertorio

Te alabaré, Señor, Dios mío, con todo mi corazón y glorificaré Tu Nombre para siempre: porque Tú, Señor, eres suave y manso: y muy misericordioso con todos los que Te invocan. Aleluya.

Secreta

Suplicámoste, clementísimo Dios, hagas que Tu bendición, con la que vive toda criatura, santifique este sacrificio nuestro, que Te ofrecemos para gloria del Nombre de Tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, a fin de que tribute a Tu Majestad una alabanza, agradable, y a nosotros nos aproveche para la salud. Por el mismo Señor Jesucristo.

Después de haber recibido los fieles el alimento celestial del Cuerpo y sangre de Jesucristo, la Iglesia en agradecimiento, invita a todas las naciones a cantar y glorificar el Nombre de quien las creó y redimió.

Comunión

Todas las gentes que hiciste vendrán a Ti, y se humillarán delante de Ti, Señor, y glorificarán Tu Nombre: porque Tú eres grande y haces maravillas: Tú sólo eres Dios. Aleluya.

Sólo queda ya a la Iglesia por expresar un deseo: que los nombres de todos sus hijos sean inscritos, a continuación del glorioso Nombre de Jesús, en el libro de la predestinación eterna. Tendremos esta dicha asegurada, si sabemos estimar siempre este Nombre salvador, conformando nuestra vida con las obligaciones que impone.

Postcomunión

Omnipotente y eterno Dios, que nos has creado y redimido: contempla propicio nuestros votos, y dígnate aceptar, con rostro plácido y benigno, el sacrificio de la saludable Hostia que hemos ofrecido a Tu Majestad, en honor del Nombre de Tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo: para que, infundida en nosotros Tu gracia, nos alegremos de ver escritos en el cielo nuestros nombres, bajo el glorioso Nombre de Jesús, con el título de la predestinación eterna. Por el mismo Señor Jesucristo.

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En todas nuestras necesidades, imploremos a nuestra buena Madre del Cielo, que obra prodigios de gracia cada día en el lugar bendito de Lourdes, donde nos manifiesta Su amor de manera especial.

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.