Oh San Miguel, tres veces santo Príncipe de la Sagrada Milicia,
Dios te ha encargado la organización y dirección de las huestes
angélicas, dignísimo de toda adoración, alabanza y encomio.
Ilumina mis sentidos internos, fortalece mi pobre corazón,
atribulado por las tormentas de esta vida; eleva mi mente,
inclinada hacia las cosas de la tierra, a las alturas de la sabiduría
celestial; asienta mis pasos en el camino que conduce al Cielo;
cura las heridas de mi alma; elimina de mi alma la huella de
tantos pecados que engendran en mí la miseria y la desgracia.
San Miguel Arcángel, guardián y patrón de la Santa Iglesia, ve hoy
la Iglesia de Cristo, a veces desafiada, criticada por las fuerzas del
mal. San Miguel, apoya al Vicario de Jesucristo y a todos los fieles
en comunión con él. Ilumina a los que dudan y vacilan. Sé hoy y
siempre el defensor y protector de la Santa Iglesia de Cristo.
Amén.
Confiando en la intercesión de Vuestro bendito Arcángel Miguel,
Os ruego, Señor, que me concedáis la gracia de amaros por
encima de todo y de serviros con gracia y verdad.
San Miguel Arcángel,
Con tu luz, ilumínanos.
Con tus alas, protégenos.
Con tu espada, defiéndenos.