«Hoy, tráeme a todas las almas piadosas y fieles y sumérgelas en el océano de
Mi Misericordia. Estas almas Me consolaron en el camino al Calvario. Ellas fue-
ron esa gota de consuelo en un océano de amargura».
Misericordiosísimo Jesús, que a todos concedéis abundante-
mente el tesoro de Vuestra Misericordia, recibidnos a todos en la
morada de Vuestro Corazón compasivísimo. Y no permitáis que lo
dejemos para la eternidad, Os lo ruego, por ese amor inconcebi-
ble con que arde Vuestro Corazón por el Padre Celestial.
Padre Eterno, lanzad una mirada de Misericordia sobre las almas
fieles, herencia de Vuestro Hijo. Por Su dolorosa Pasión, conce-
dedles Vuestra bendición y rodeadlas de Vuestra incesante pro-
tección para que nunca pierdan el amor ni el tesoro de la santa
Fe, sino que glorifiquen Vuestra infinita Misericordia con el coro de
los Ángeles y de los Santos por toda la eternidad. Amén.