«Hoy, tráeme a las almas que veneran y glorifican de modo especial Mi
Misericordia y sumérgelas en ella. Estas almas son las que más han compartido
los sufrimientos de Mi Pasión. Son las que han penetrado más profundamente
en Mi alma. Son el reflejo vivo de Mi Corazón compasivo. Estas almas brillarán
con un resplandor especial en la vida venidera. Ninguna de ellas irá al infierno.
Yo defenderé a cada una de ellas en particular en la hora de la muerte».
Misericordiosísimo Jesús, cuyo Corazón no es más que amor, reci-
bid en la morada de Vuestro compasivísimo Corazón a las almas
que veneran y glorifican más particularmente la inmensidad de
Vuestra Misericordia. Dotadas del mismo poder de Dios, avanzan
confiando en Vuestra Misericordia en medio de todos los tormen-
tos y vejaciones. Estas almas están unidas a Jesús y llevan sobre
sus hombros el peso de toda la humanidad. No serán juzgadas
severamente, sino que Vuestra Misericordia las protegerá en el
momento de la agonía.
Padre Eterno, dignaos lanzar una mirada de Misericordia sobre las
almas que celebran y veneran Vuestro mayor atributo: Vuestra in-
finita Misericordia. Encerradas en el Corazón compasivísimo de
Jesús, son un Evangelio viviente. Sus manos están llenas de actos
de misericordia. Llenos de alegría, cantan el himno de la
Misericordia del Altísimo. Os ruego que les mostréis Vuestra
Misericordia según la esperanza y la confianza que han puesto en
Vos. Cumplid en ellas la promesa de Jesús que dijo: «Defenderé
de por vida, como gloria Mía, a las almas que veneran Mi infinita
Misericordia. Las defenderé especialmente en la hora de la
muerte».