La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.
Un niño había escalado el muro de un huerto para robar algunas frutas. Pero primero se dio la vuelta para ver si le estaban observando. De repente, uno de sus amigos, encaramado en un árbol de un jardín cercano, le gritó: «Has mirado a la derecha, a la izquierda, delante y detrás de ti; ¿por qué no has mirado también al cielo?». El ladronzuelo comprendió que su camarada quería recordarle al Dios que todo lo ve: y como fulminado por un rayo, salió corriendo con todas sus piernas. Ciertamente, no olvidó pronto la verdad de que no se puede escapar de la mirada de Dios.
El recuerdo de la omnisciencia de Dios nos aleja del pecado.
Un niño fue enviado por su padre a casa de sus vecinos para hacer un recado. Cuando entró en la habitación, no encontró a nadie, sino una cesta llena de espléndidas manzanas. Inmediatamente le vino el mal pensamiento: puedes robar algo de fruta, pero nadie te verá. Pero el pensamiento de Dios lo retuvo y se dijo a sí mismo en voz alta: «¡Oh, no! No tomaré nada, porque Dios me ve.» Inmediatamente apareció el vecino, sentado detrás de la estufa, y le dijo: «Eres un buen niño. Toma un poco de fruta, siempre que la quieras». Si el niño hubiera robado, sin duda habría sido castigado; así que experimentó doblemente lo ventajoso que es pensar que Dios lo ve todo.
El recuerdo de la presencia de Dios nos aleja del pecado, nos impide ofenderle y nos evita sus castigos.
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Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.
Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.
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