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Domingo de la Pasión – ¿Quién de vosotros Me argüirá de pecado?
Introito
Júzgame Tú, oh Dios, y separa mi causa de la de un pueblo no santo: líbrame del hombre inicuo y falaz: porque Tú eres mi Dios y mi fortaleza. – Salmo: Envía Tu luz, y Tu verdad: ellas me guiarán, y conducirán hasta Tu santo monte, y hasta Tus tabernáculos.
Colecta
Suplicámoste, oh Dios omnipotente, mires propicio a tu Familia: para que, con tu ayuda, sea regida en el cuerpo y, con tu protección sea custodiada en el alma. Por el Señor.
Epístola
Lección de la Epístola del Apóstol San Pablo a los Hebreos.
Hermanos: Cristo el es Pontífice de los bienes futuros, el cual penetró una vez en el santuario a través de un tabernáculo más amplio y perfecto, no hecho a mano, es decir, no de creación humana, y no con la sangre de cabritos y toros, sino por medio de Su propia sangre, después de haber obrado la Redención eterna. Si, pues, la sangre de cabritos y de toros, y la aspersión de la ceniza de la ternera (sacrificada) santifican con la limpieza de la carne a los manchados: ¿cuánto más la Sangre de Cristo, que Se ofreció a Sí mismo inmaculado a Dios, por medio del Espíritu Santo, purificará nuestra conciencia de las obras muertas, para servir al Dios viviente? Por eso es El el Mediador del Nuevo Testamento: a fin de que, por Su muerte, ofrecida en redención de las prevaricaciones cometidas bajo el Viejo Testamento, reciban los llamados la prometida y eterna herencia en Jesucristo, Nuestro Señor.
Reflexión sobre la Epístola
La salvación en la sangre de un Dios. – El hombre sólo puede ser rescatado, por la sangre. La divina majestad ultrajada sólo se aplacará por el exterminio de la criatura rebelde cuya sangre derramada sobre la tierra con Su vida dará testimonio de su arrepentimiento y de su completa sumisión ante aquel contra quien se rebeló. De otro modo la justicia de Dios se compensará por el suplicio eterno del pecador.
¿Será la sangre del hombre la que aplaque la justicia divina? De ningún modo: la sangre del hombre es impura y está manchada; además es incapaz de compensar el ultraje hecho a Dios. Es necesaria la sangre de un Dios. Y Jesús Se ofrece a derramar la Suya.
En El va a cumplirse la mayor figura de la ley antigua. Una vez al año, el sumo Sacerdote entraba en el Santa-Santorum, a orar por el pueblo. Se ponía detrás del velo, de cara al Arca Santa; se le otorgaba este favor con la condición de que entrase en este sagrado recinto llevando en sus manos la sangre de la víctima que acababa de inmolar. Estos días, el Hijo de Dios Sumo Sacerdote por antonomasia, va a hacer Su entrada en el cielo, y nosotros iremos en pos de El; mas se necesita para esto que Se presente con sangre, y esta sangre no puede ser otra que la Suya. Vamos a ver cumplir esta prescripción divina. Abramos pues, nuestros corazones, a fin de que «los purifique de las obras muertas, como nos acaba de decir el Apóstol, y sirvamos en lo sucesivo al Dios vivo.»
Gradual
Líbrame, Señor, de mis enemigos: enséñame a cumplir Tu voluntad. Tú, Señor, que me has librado de las gentes iracundas, me exaltarás sobre los que se levanten contra mí: me librarás del hombre inicuo.
Tracto
Mucho me han angustiado desde mi juventud. Dígalo ahora Israel: mucho me han angustiado desde mi juventud. Mas no prevalecieron contra mí: sobre mis espaldas araron los pecadores. Prolongaron sus iniquidades: pero el Señor cortó las cervices de los pecadores.
Evangelio
Continuación del santo Evangelio según San Juan.
En aquel tiempo, decía Jesús a las turbas de los judíos: ¿Quién de vosotros Me argüirá de pecado? Si os digo la verdad, ¿por qué no Me creéis? El que es de Dios, oye las palabras de Dios. Pero vosotros no las oís, porque no sois de Dios. Respondieron entonces los judíos, y dijéronle: ¿No decimos con razón que eres un samaritano, y que tienes el demonio? Respondió Jesús: Yo no tengo el demonio, sino que glorifico a Mi Padre, y vosotros Le deshonráis. Pero Yo no busco Mi gloria: hay quien la busque, y la juzgue. En verdad, en verdad os digo: Si alguien observare Mis palabras, no morirá eternamente. Dijéronle entonces los judíos: Ahora conocemos que tienes el demonio. Abraham murió, y también los Profetas: y Tú dices: Si alguien observare Mis palabras, no morirá eternamente. ¿Acaso eres Tú mayor que nuestro padre Abraham, que murió? Y los profetas también murieron. ¿Por quién Te tienes a Ti mismo? Respondió Jesús: Si Yo Me glorifico a Mí mismo, Mi gloria no es nada: es Mi Padre quien Me glorifica, El que vosotros llamáis Dios vuestro, y no Le habéis conocido: pero Yo Le he conocido: y, si dijera que no Le he conocido, sería semejante a vosotros, mentiroso. Pero Yo Le conozco, y observo Sus palabras. Abraham, vuestro Padre, anheló ver Mi día: viólo, y se alegró. Dijéronle entonces los judíos: ¿Aun no tienes cincuenta años, y viste a Abraham? Díjoles Jesús: En verdad, en verdad os digo: Antes de que Abraham existiera, ya existía Yo. Tomaron entonces piedras, para lanzarlas contra El: pero Jesús Se escondió, y salió del templo.
Reflexión sobre el Evangelio
Endurecimiento de los judíos. – El furor de los judíos ha llegado al colmo, y Jesús Se ve obligado a huir ante ellos. Pronto Le matarán; mas ¡qué diferente es Su suerte de la suya! Por obediencia a los decretos de Su Padre celestial, por amor a los hombres, Se entregará en sus manos, y Le darán muerte, pero saldrá victorioso del sepulcro; subirá a los cielos, e irá a sentarse a la diestra de Su Padre. Ellos, por el contrario, después de saciar su furor dormirán sin remordimientos hasta el terrible despertar que les está preparado. Se palpa que la reprobación de estos hombres será eterna. Ved con qué severidad les habla el Salvador: «Vosotros no escucháis la palabra de Dios porque no sois de Dios.» No obstante esto hubo un tiempo en que fueron de Dios: porque el Señor da a todos Su gracia; pero ellos han hecho estéril esta gracia; se agitan en las tinieblas y ya no verán la luz que han rechazado.
¡Extraña ceguera que procede del orgullo y de la dureza de corazón! La Pascua está próxima; estos hombres comerán religiosamente el cordero simbólico; saben que este cordero es una figura que debe realizarse. El cordero verdadero será inmolado por sus manos sacrilegas y no Lo reconocerán. La sangre derramada por ellos no les salvará. Su desgracia nos lleva a pensar en tantos pecadores endurecidos para los cuales la Pascua de este año será tan estéril de conversión como los años precedentes; redoblemos nuestras oraciones por ellos, y pidamos que la sangre divina que pisan con los pies no clame contra ellos delante del trono del Padre celestial.
Comunión
Este es el Cuerpo que será entregado por vosotros; este Cáliz es el Nuevo Testamento en Mi Sangre, dice el Señor: haced esto en memoria Mía cuantas veces lo tomareis.
Poscomunión
Asístenos, Señor, Dios nuestro; y, a los que has recreado con Tus Misterios, defiéndelos con Tu perpetuo patrocinio. Por el Señor Jesucristo.
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