La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.
Eustaquio era un romano de gran nacimiento al que Trajano había puesto al frente de sus ejércitos por su talento y valor. Aunque todavía eran paganos, Eustaquio y su esposa fueron muy buenos con los pobres, y su caridad les valió la gracia de la fe de Dios. Un día, mientras Eustaquio cazaba en el bosque, se encontró de repente frente a un gran ciervo que llevaba una cruz luminosa entre sus cuernos. Al mismo tiempo se oyó una voz: «Eustaquio, tus limosnas y otras buenas obras han llegado hasta Mí, y las he aceptado con gusto». Eustaquio desmontó, se inclinó y dijo: «Señor, ¿quién eres? – Yo soy el Cristo», dijo la voz. «Acude al obispo de Roma y bautizate.» Eustaquio obedeció y se bautizó con su mujer y sus dos hijos. Más tarde, bajo Trajano, obtuvo notables victorias sobre los bárbaros, y el emperador Adriano, que sucedió a Trajano, fallecido entretanto, ordenó grandes fiestas con solemnes sacrificios. El propio emperador asistió y fue una gran sorpresa no ver al victorioso general allí. Eustaquio, que fue convocado por Adriano, confesó que era cristiano, y el emperador lo hizo encerrar a él y a su familia en un gran toro de bronce brillante, y estos valientes cristianos consumaron su martirio con esta tortura.
Dios nunca deja de iluminar al alma que practica el bien y busca sinceramente la verdad.
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Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.
Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.
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