La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.
Sería difícil expresar cuán grandes fueron las tribulaciones a través de las cuales Dios probó y purificó la virtud de San Elzéar, Barón de Ansouis y Conde de Ariano. Fue despojado injustamente de sus bienes, de su honor, y tuvo que soportar otros males. En medio de todas sus penas, nunca se le vio dar la menor señal de molestia; nunca la más mínima impaciencia. Un día, la condesa Delphine, su esposa, al preguntarle de dónde podía venir esta tranquilidad imperturbable, le respondió:
«Cuando me llega alguna aflicción, en seguida me escondo en las heridas de Jesucristo; considero allí todo lo que ha sufrido por mí, y desde entonces mis penas parecen ligeras.»
Otro día, para consolar a la Condesa su esposa, que estaba apenada por su causa, le mandó que cuando tuviera deseo de encontrarlo, lo buscara en la herida del Corazón de Jesús, porque era el lugar donde se retiraba ordinariamente, que allí estaba seguro, y que allí probaba dulzuras amargas y amarguras llenas de dulzura, de las que su alma recibía indecible consuelo.
LOCALIZACIÓN:
290 7e rang Mont-Tremblant QC J8E 1Y4
CP 4478 Mont-Tremblant QC J8E 1A1 Canada
(819) 688-5225
(819) 688-6548
Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.
Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.
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