La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.
>Un piadoso soldado nos habló de una señal de la protección de María. Fue durante el mortal asalto a Sebastopol. Su regimiento estaba destinado a marchar primero; para la mayoría, la muerte era ya segura. Nuestro valiente soldado procuró confesarse y comulgar. A su lado, sus llorosos compañeros creían ver el sol por última vez; lamentaban morir tan lejos de la patria, y grandes y amargas lágrimas corrían por las mejillas de estos rudos soldados.
«Era el deber, había que adelantarse a la muerte, me dijo el soldado; me resigné. Me encomendé a María, pero no Le pedí nada. A mediodía, comenzó el fuego asesino. No me sentí intimidado en absoluto; lo único que veía eran bombas incendiarias, balas de cañón y proyectiles que oscurecían el cielo. La muerte estaba cosechando sus víctimas sin piedad. Para mí, mis pensamientos estaban totalmente en el Cielo y en María.»
¡Qué grande es la bondad de la Reina del Cielo! Llevado por su ardor, nuestro valiente soldado, tras cruzar las trincheras, se encontró por un momento solo frente a una columna de rusos. Al ver este peligro, se detuvo y, ¡oh maravilla! el enemigo no le disparó. Al final de esta sangrienta jornada, sólo quedaban trece hombres de su compañía. María lo había salvado.
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Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.
Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.
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