Para la preservación del Depósito de la Fe.

¡Para que llegue el Reino de Dios!

MAGNIFICAT

La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.

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Una historia para cada día...

Nuestra Señora de la Asunción

Un recado para la Santísima Virgen.

Un joven, olvidado de Dios desde hace mucho tiempo, al partir para París, fue, por cortesía, a pedirle a una señora, amiga de su familia, sus recados. «Me gustaría que haga uno -dijo la señora-, uno pequeño, pero tal vez le moleste… – Diga, señora, que estoy a sus órdenes. – Bueno, tenga la bondad, a su llegada a la capital, de ir a rezar un Ave María por mí en Notre-Dame des Victoires.»

El joven se inclinó por decoro; pero el encargo no era de su gusto: no le interesaba la devoción. Tras una estancia de un mes en la que visitó las maravillas de París, el joven viajero, dispuesto a emprender de nuevo el camino, se acordó del prometido Ave María. «Lástima, se dijo, no iré… Sin embargo, sí, voy a …. que prometí…» Corre a Notre-Dame des Victoires, se arrodilla a medias sobre un reclinatorio y, con aire de faena, busca en un rincón de su memoria la oración a María, casi olvidada; por fin la encuentra y la recita. Y de repente, como un carbón encendido prende fuego a la madera seca, esta dulce invocación penetra de repente hasta el fondo de este joven pecador: derrama lágrimas que ya no conoce. El venerable párroco de Notre-Dame des Victoires, acostumbrado a estas conversiones repentinas, se acercó a este pródigo, cuyo problema intuía. El joven se confesó, retrasó su salida, comulgó y, al regresar a su país, su primera visita fue a la Señora del Ave María, a quien este cambio no sorprendió demasiado, pues ella había sido el verdadero motivo del servicio solicitado.

Otras historias...

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.

Oración preparatoria

¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.

Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.