La Orden del Magníficat de la Madre de Dios tiene la siguiente finalidad especial la preservación del Depósito de la Fe a través de la educación religiosa en todas sus formas. Dios la ha establecido como «baluarte contra la apostasía casi general» que ha invadido la cristiandad y en particular la Iglesia romana.
Pero nuestros ojos se dirigen a una región muy alejada del lugar donde tuvo lugar esta escena, el Líbano es la tierra de los prodigios: se nos muestra una pequeña iglesia que los habitantes de la montaña han dedicado a María bajo el título de Libertador. Entra una mujer trayendo a un niño moribundo: acaba de consultar a un religioso muy versado en las ciencias médicas, al que ha pedido remedios. La respuesta que recibió no hizo más que hacerle ver el desesperado estado de su hijo. Así que llegó al santuario llorando, puso a su bebé sobre la fría losa y, escuchando sólo su dolor, se quejó a María: «Nuestra Señora Libertadora, ¿no es a Tu protección a la que debo a este hijo único? ¿Por qué voy a dejarlo perecer cuando Tú puedes salvarlo? Oh, Nuestra Señora Libertadora, líbrame.» Dicho esto, dejó allí al niño moribundo y, para poder dar rienda suelta a sus lágrimas, fue a sentarse fuera de la capilla.
Sin embargo, la Virgen misericordiosa, Nuestra Señora Libertadora, había bajado sobre ella una de sus miradas de piedad; pues poco después, cuando la pobre madre volvió a su hijo, lo vio todo empapado de sudor: lo tomó con emoción en sus brazos, lo llevó a aquel cuyas respuestas habían apenado antes su ternura, y recibió de él la seguridad de que el niño estaba fuera de peligro.
LOCALIZACIÓN:
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(819) 688-5225
(819) 688-6548
Señal de la Cruz
En el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo y de la Madre de Dios. Amén.
Oración preparatoria
¡Oh Jesús! Vamos a caminar con Vos por el camino del calvario que fue tan doloroso para Vos. Háganos comprender la grandeza de Vuestros sufrimientos, toque nuestros corazones con tierna compasión al ver Vuestros tormentos, para aumentar en nosotros el arrepentimiento de nuestras faltas y el amor que deseamos tener por Vos.
Dígnaos aplicarnos a todos los infinitos méritos de Vuestra Pasión, y en memoria de Vuestras penas, tened misericordia de las almas del Purgatorio, especialmente de las más abandonadas.
Oh Divina María, Vos nos enseñasteis primero a hacer el Vía Crucis, obtenednos la gracia de seguir a Jesús con los sentimientos de Vuestro Corazón mientras Lo acompañabais en el camino del Calvario. Concédenos que podamos llorar con Vos, y que amemos a Vuestro divino Hijo como Vos. Pedimos esto en nombre de Su adorable Corazón. Amén.
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