La Palabra Eterna, de ser fuerte Se ha vuelto débil.
Oh dulce Jesús, Verbo Eterno hecho carne, Os doy las gracias por haberos hecho débil
por mi amor. Vos, el Dios fuerte, quisiste sentir toda la fragilidad de nuestra
naturaleza humana. Vos dormís en el establo, lloráis, tenéis frío. Experimentáis todas
nuestras dolencias, no sólo en Belén, sino a lo largo de toda Vuestra vida; cambiarán
con la edad, pero seguirán siendo Vuestras compañeras inseparables hasta la muerte.
Divino Niño de Belén, la eternidad no me bastará para agradeceros que hayáis
tomado sobre Vos todas las debilidades humanas. Al hacerlo, me habéis abierto el
camino. Me habéis mostrado que, a pesar de mis propios fallos, puedo alcanzar la
santidad que Vos esperáis de mí. Vuestro ejemplo me enseña: estoy aprendiendo a
desconfiar de mí mismo y de mi propia impotencia, y a confiar sólo en la ayuda de
Aquel que me fortalece y en quien puedo hacerlo todo. Concededme, oh Jesús, la
gracia de ser muy pequeño a mis propios ojos y de poner mi confianza sólo en Vos.
Amén.
Invocación
Divino Niño Jesús, que para la salvación del mundo habéis querido nacer en un
establo y acostaros en un pesebre sobre un poco de paja: tened piedad de mí.
María y José, rogad al Niño Jesús por mí.
Gloria al Padre…