La Palabra Eterna, de ser feliz Se convirtió en sufriente.
Oh dulce Jesús, Verbo Eterno hecho carne, Os doy las gracias por haber estado
dispuesto a encarnarse para sufrir. Vos podríais redimirnos sin sufrimiento, pero lo
que convenía a Vuestra Justicia no convenía a Vuestro inmenso amor. Infinitamente
feliz con Vuestro Padre, Os convertisteis en un hombre de dolores y familiarizado con
el sufrimiento. Habéis abrazado desde la cuna todos los dolores y dificultades de
nuestro exilio. Vos fuisteis el primero en beber el remedio que debía curar nuestras
almas enfermas por el pecado.
Divino Niño, el corazón que ama desea compartir todo con el amado. Os protesto,
pues, que quiero ser Vuestro discípulo, tomar cada día mi cruz en pos de Vos. Prefiero
el sufrimiento cerca de Vos que los placeres lejos de Vos. Y si a veces mi alma se
doblega ante el dolor, sacará fuerza, valor y paz de Vuestro ejemplo. Niñito Jesús de la
cuna, acepto sufrir y ser despreciado para parecerme a Vos. Amén.
Invocación
Divino Niño Jesús, que para la salvación del mundo habéis querido nacer en un
establo y acostaros en un pesebre sobre un poco de paja: tened piedad de mí.
María y José, rogad al Niño Jesús por mí.
Gloria al Padre…