La Palabra Eterna, de Suyo Se convirtió en nuestro.
Oh dulce Jesús, Verbo Eterno hecho carne, Os doy las gracias por haberos hecho
nuestro. En el pesebre, Os entregasteis a residir en cada uno de Vuestros discípulos
como un Maestro interior que explica Sus lecciones, las hace gustar y comunica la
fuerza para practicarlas. Habéis bajado a la tierra para conversar con el hombre, para
convertiros en su hermano y entregaros enteramente a él.
¿Qué puedo hacer, oh mi amoroso Niño, ante los excesos de Vuestro don? Quiero
darme a mi vez y devolver amor por amor. Pongo mi voluntad en Vuestras manos ya
que es el único obstáculo entre Vos y yo. No quiero que me hayáis llamado en vano.
Aquí está mi corazón, mi cuerpo, mi alma, mi vida, mi muerte; Os lo traigo todo. Os lo
ofrezco por las purísimas manos de Vuestra divina Madre, que es también la mía, por
las de San José, Vuestro padre adoptivo y mi protector. Recibidlo todo, guardadlo
todo, hasta el día de la eternidad en que ya no pueda perderos, sino que me alegraré
eternamente de haberme entregado a Vos. Amén.
Invocación
Divino Niño Jesús, que para la salvación del mundo habéis querido nacer en un
establo y acostaros en un pesebre sobre un poco de paja: tened piedad de mí.
María y José, rogad al Niño Jesús por mí.
Gloria al Padre…