Este artículo también está disponible en: Français English Italiano
Todos los Santos han utilizado y recomendado la «Lectura Divina» como un poderoso medio de santificación. San Francisco de Sales llamaba a la lectura espiritual «un alimento para el alma» o «un aceite que hay que verter en la lámpara del amor divino para que nunca se apague».
Para que la lectura sea fructífera, debemos pedir al Espíritu Santo que ilumine nuestra mente y disponga nuestro corazón para poner en práctica las luces recibidas por este medio.
«Habrá fenómenos prodigiosos en el sol, en la luna y en las estrellas. El sol se obscurecerá, la luna no dará más su luz, las estrellas caerán del cielo y hasta las fuerzas celestiales serán conmovidas.
«En el mundo entero, las naciones serán consternadas por el ruido confuso del mar y de las olas y los hombres desmayarán de miedo a la espera de las cosas que deberán suceder en todo el universo.
«Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre. Todas las tribus de la tierra prorrumpirán en gritos de dolor; y ellas verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del cielo con un gran poder y una gran majestad.
«Él enviará Sus Ángeles que a la voz de trompeta resonante reunirán a Sus elegidos de los cuatro vientos, de todos los extremos del horizonte.
«Cuando estas cosas comiencen a suceder, levanten la cabeza y miren, porque su liberación está cerca».
Luego Él les hizo esta comparación:
«Miren la higuera y todos los otros árboles; cuando están tiernas sus ramas, y brotan sus hojas y los frutos se muestran, ustedes saben que el verano está cerca. Así, cuando ustedes vean todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca, está a la puerta.
«Yo les digo en verdad: Esta generación no pasará hasta que todas estas cosas sucedan. El cielo y la tierra pasarán; pero Mis palabras no pasarán».
(Evangelio: S. Mateo 24, 29-35; S. Lucas 21, 25-28)